Federica Montseny, “Plataformismo o reformismo libertario” (1928)

Plataformismo o reformismo libertario

Los lectores de LA REVISTA BLANCA no deben ignorar el profundo trastorno en Francia producido por el famoso proyecto de organización anarquista presentado por los libertarios rusos refugiados en París. Ha sido, realmente, el asunto de la Plataforma el que ha acabado de hundir el . ya bamboleante edificio del movimiento anarquista francés, corroído por ese mal de las capillitas, de los personalismos, de los grupitos hechos alrededor de pequeños santones, y por ese mal colectivo del amoralismo, que convirtió a los medios ácratas de Francia, en algo vergonzoso y lamentable.

Hasta ahora la epidemia se había localizado en París, con ligeros ecos en el extranjero, ecos que se limitaban, sin embargo, a presentar como un proyecto más, la célebre Plataforma de organización. P

ero ahora hemos recibido, traducido al español por un periódico que se publica en Beziers en lengua hispana, que se ha erigido en campeón de esta nueva modalidad anarquista rusa y que tiene abierta una encuesta en la que hay algunas preguntas sospechosas y desconcertantes, el programa plataformista.

Se ve que el nuevo modismo viene a marchas forzadas hacia España, en donde quizá no tardará en encontrar adeptos.

Y es ahora cuando el momento llega de lanzar la voz de alerta, de preparar el ánimo y de advertir ligeramente sobre los estragos ya producidos por la famosa Plataforma.

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Los imagineros del programa de marras son el Grupo de Anarquistas Rusos en el Extranjero. Estos anarquistas rusos, que han vivido la revolución y que se presentan provistos de sus enseñanzas, son, seguramente, hombres de buena fe, pero que han sufrido la perturbación moral que la revolución rusa produjo en tantas conciencias. Es decir: han visto de cerca la hoguera revolucionaria, pero se han quemado las alas en ella. Esto es, han dejado en ella, consumida, buena parte de lo que había sido su conciencia ácrata.

Han visto la impotencia del anarquismo en Rusia, que no pudo orientar libertaríamente a la revolución, que dejó en manos de los comunistas el norte de las masas, y, en vez de buscar la causa, no de este fracaso, sino de esta imposibilidad—pues el anarquismo en la revolución rusa no ha fracasado, sino que ha carecida de posibilidades—achacan el mal a una causa ya vieja: el anarquismo carece de organización ; movimiento caótico, no cuenta ni con disciplina de partido, ni con ejército revolucionario. organizado.

La Plataforma sienta las bases de esta disciplina y de esta organización de ejército, que asegure la revolución y resista el ataque contrarrevolucionario.

A los espíritus simples, ante los que sólo se presentan preguntas elementales, las razones que los organizadores aportan en apoyo de su tesis, parecerán quizá de peso. No verán, tras ellas, las contrarrazones, la deducción lógica, la asociación de consecuencias, que encadenan unos hechos con otros y que, presentándose todas en bloque en nuestro espíritu, nos muestran el desequilibrio, la enorme conmoción ideal que este proyecto, de prosperar, causarla en el anarquismo.

El concepto que de las ideas tienen los plataformistas, responde, por su estrechez de visión, a la neta influencia leniniana. Ellos, como Lenin, ven el mundo en bloque. El mundo no es ni una reunión de individualidades, ni un conjunto heterogéneo y complejo, cuyas numerosas facetas no pueden ser olvidadas. Es una masa dócil, que manos voluntariosas pueden manejar fácilmente, por medio de la fuerza. Una fuerza armada y organizada, una organización de cuartel y de idealidad homogénea, sujeta a dura disciplina del pensamiento y de la acción, a los que se señala un límite y a los que se les dice : él interés creado de la revolución, la disciplina del partido exigen tu docilidad y tu obediencia, que reduzcas y adaptes tu vida y tu ideal a esta vida y a este ideal que una disciplina moral y material te imponen. Tu libertad, tu personalidad, no existen. Debes ser parte, y parte sumisa, de un todo que necesita una dirección para ser algo.

Bien entendido : la dirección de este todo debe pertenecer a los anarquistas, y, con preferencia a todos, a los anarquistas que han descubierto la clave del universo, la raíz de nuestros males y han hallado, médicos del cuerpo social, el adecuado remedio.

El primer efecto de este proyecto, cuyos enunciados principales son la Unión de todos los anarquistas y la constitución de un ejército anarquista revolucionario, ha sido producir el caos en el anarquismo francés. Sebastián Faure y la parte sana del movimiento, colocáronse enfrente de la Plataforma, volviendo por el prestigio y la integridad de nuestras ideas. Los plataformistas, flanqueados por ese género híbrido de anarquistas, de los que también tenemos aquí algunos raros ejemplares, que no son ni animales acuáticos ni terrestres, ni hembras ni machos, han conseguido apoderarse de la Unión Anarquista Francesa, excomulgar a Sebastián Faure, a Loréal, a los mejores y más serios militantes.

Sebastián Faure, a sus 75 años, hace visto arrinconado por ese grupo de audaces, que aplican la disciplina y el arrojo revolucionarios atacando y atropellando a los viejos luchadores, que cimentan la unión sobre la disciplina servil y silenciosa y cuyo primer acto de fuerza consiste en un golpe de Estado, mediante el cual consiguieron apoderarse de las riendas del único Poder que estaba a su alcance : la dirección de la U. A. F.

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Ahora, con armas y bagajes, de la mano de ese periódico que se publica en español en Beziers y que fué el único que publicó — coincidencia también sospechosa — un escrito contra nosotros, obra de los individuos de la famosa noche del 16, la Plataforma se nos viene encima. Viene a ofrecernos la panacea universal de sus descubrimientos revolucionarios, y a brindarnos el plan de organización del ejército anarquista, y a ponderarnos las necesidades de la disciplina, y a decirnos que Kropotkin, en 1892, ya dijo que «la creación de un partido anarquista en Rusia, lejos de ser perjudicial a la obra revolucionaria común, es, por el contrarió, deseable y útil en el más alto grado». Kropotkin hablaba de un partido anarquista en Rusia, en donde había partido socialista revolucionario y la palabra partido, sin Parlamento popular, no tenía sabor político. Hablar de partido anarquista, en Francia y en España, en donde, más o menos suspendidas y mediatizadas, existen o volverán a existir Cámaras populares, es un tanto sospechoso.

Pero en fin : la Plataforma vendrá a España, y en España esperemos que no será bien recibida. No la recibirán bien los anarquistas sinceros y conscientes, porque ese anarquismo cuartelero y disciplinado, ese partido anarquista, no acabará de convencerles. Escamados y desconfiados, habrán hecho también su experiencia, si no revolucionaria, de militantes y de hombres que aprenden de la vida y juzgan por sí mismos. Los otros, los specimens que no son moluscos ni vertebrados, tampoco la necesitarán para modificar sus puntos de vista.

Tiempo ha que tenemos por acá al posibilismo libertario, al revisionismo y a un sindicalismo que no es político, pero sí a unos sindicalistas que quisieran que fuera político. ¿Plataformismo ahora? ¿Para qué? —dirán ellos—. A no ser que, reforzados en sus tesis por testimonios como tos de Archinoff y los de Mackno, que también forman parte del Grupo ruso, vuelvan a la palestra, dispuestos a la creación del partido anarquista, útil en Rusia en 1892, pero no en España ni en Francia en 1928. Caso de que no resuelvan el problema, coincidiendo todos en una solución química que puede llamarse partido sindicalista : el famoso partido sindicalista de Andalucía, que abortó por falta de madurez diplomática y por sobra de conciencia inteligente en los obreros anarquistas, sobre todo en los andaluces.

Son tantos los que enarbolan la bandera de la unidad moral y sirve ella para tan diversos fines, que a uno le entran ganas de proclamarse apóstol de la desunión, del grito libre y la guerra abierta. Unos, los comunistas, se declaran partidarios del frente único obrero ante el frente burgués internacional. Los anarquistas, o los que nos lo llamamos siéndolo o no siéndolo, tienen un género de unidad moral para cada gusto. Unidad moral de los militantes con vistas a la ideología ácrata ; unidad moral, con vistas a la acción ; unidad moral, ante el problema de las organizaciones obreras ; unidad moral en el movimiento orientador de la Confederación.

Los plataformistas vienen también provistos de su unidad moral. Unidad moral que en ellos significa sumisión moral. Un fin señalado, una homogeneidad de acción ; una disciplina de partido ; una organización de ejército. La colectividad, eligiendo a sus directores; los directores, dirigiendo a la colectividad. Un procedimiento uniforme, un ideal uniforme, un propósito uniforme, una acción uniforme, hasta una revolución uniformada. Para esto se bastan y se sobran los comunistas de Estado.

Por fortuna, las revoluciones, tempestades de los pueblos, se presentan con la espontaneidad y la violencia de las catástrofes siderales y geológicas. Todos los cálculos fallan y una revolución es aquello que el destino de un pueblo quiere que sea. Tras la palabra destino, pongamos estado de cultura, de adelanto, de aspiraciones. Hasta puede influir en ella el signo del Zodíaco bajo que nacieron los acontecimientos revolucionarios.

Pero los plataformistas, simples y poco complicados como su programa y su visión, convierten a todo el problema en un asunto de fuerza. Unidos, harán la fuerza ; disciplinados, la fuerza será obediente; embotellada la idealidad, de ella no escapará la esencia y podrá ser servida, con cuentagotas, por los detentadores de las directivas, a los dirigidos dóciles. Mentalidades de pastores han concebido a la Plataforma. Y mentalidades de borregos serán necesarias para aceptarla.

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Pero como hay creado todo este espíritu de rebaño, como hay que contar con el gregarismo de las masas y la pereza mental de los individuos, que prefieren aceptar aquello que les dan hecho, a fatigarse fabricándose por sí mismos los conceptos ; como vemos latente esa tendencia, en la mayoría, a abandonar el destino propio a la voluntad ajena y no son pocos los que creen necesaria esa disciplina, salvadoras la unidad de acción y la llave echada a las idealidades ; indispensable la organización de una fuerza armada ; fatalmente preciso el puente post-revolucionario, la dictadura de los mayores de edad sobre los menores díscolos, no estará de más estar oído alerta y ojo avizor.

La tendencia viene y vendrá apoyada por una fuerza secreta y diabólica que, por lo menos, si no provoca, azuza y se complace en nuestras discordias, siembra de cizaña los campos y recoge después el fruto. Los otros, los de enfrente, también se complacerán, gustarán del juego que nos entretiene.

Y el ideal, mantenido enhiesto y puro en la mano, el corazón y el pensamiento de muchos hombres buenos, de los mejores, necesitará, en sus choques con la realidad y al bajar entre las multitudes, la vigilancia atenta y el amor celoso de los que, por amarlo, lo queremos limpio y recto.

Convirtámonos, libre y voluntariamente, en centinelas del anarquismo. ¿Qué importa que se ridiculice nuestra vigilancia, que aquellos que quieren introducir de contrabando las modificaciones ideales, nos llamen gendarmería ácrata? Eso si: preparémonos, eximo los centinelas avanzados, a ser blancos propicios de todos los ataques, a recibir las acometidas de los asaltantes y a responder con nuestra vida de la seguridad del campamento—del ideal—puesto bajo nuestra responsabilidad y nuestra guarda.

FEDERICA MONTSENY


La Revista Blanca 7 no. 133 2nd series (1 Diciembre 1928): 364-366

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